Laura Llevadot y Jordi Riba
En
2004, la embajada Francesa en Argentina organizó en la Biblioteca Nacional de
Buenos Aires un ciclo de conferencias cuyo objetivo era ofrecer un panorama
general y una reflexión en torno a la Filosofía francesa contemporánea. Alain
Badiou fue uno de los participantes en este ciclo y aportó un texto que después
ha sido publicado, traducido y reeditado hasta constituirse en una referencia
ineludible para cualquier intento de comprender el legado del pensamiento
francés contemporáneo. La tesis fundamental de su texto es que de 1943, año de
la publicación de El ser y la nada de
Sartre, y 1991, año en que se publicó Qué
es la filosofía? de Gilles Deleuze y Félix Guattari, vemos dibujarse un
gran “momento filosófico” del pensamiento contemporáneo, un “momento francés”
en la misma medida en que puede hablarse de un “momento griego” para la
filosofía clásica, o un “momento alemán” en la filosofía moderna. El momento
filosófico contemporáneo tendría entonces acento francés y su gran aportación
habría consistido en una reelaboración de la imagen del filósofo y un
replanteamiento del papel de la filosofía en el mundo actual. Allí Badiou
escribía: “Hacer del filósofo otra cosa que un sabio es hacer de él otra cosa
que el rival de un sacerdote. Hacer de él un escritor combatiente, un artista
del sujeto, un amante de la creación, un militante filosófico, éstos son
nombres para el deseo que atravesó este periodo y que consistía en que la
filosofía actuase en su propio nombre”[1].
Para quien no se sienta tentado por el imperio actual de la filosofía
anglosajona, para todos aquellos que sospechen de la sumisión de la filosofía
al modelo y a los métodos científicos, para todo aquél que se resista a la
pretensión realista y objetivista de ciertas corrientes actuales de la
filosofía, la declaración de Badiou es sin duda una invitación todavía abierta
a pensar más allá del saber, la ciencia y la academia. Pero ¿es acaso una vía
ya cerrada? ¿el “momento francés” de la filosofía contemporánea habría ya
pasado definitivamente tras la publicación de Qué es la filosofía? ¿Sería entonces otra tradición, quizás otra
lengua, la que tomaría el relevo de lo que en la actualidad está por pensar?
Los textos que aquí se presentan intentan responder negativamente a esta
pregunta. El de ahora quizás sea aún un “momento francés”, un período del que
todavía no se habría salido, o tal vez una modulación, una coda imprescindible
para poder seguir pensando a partir del legado de ese episodio que abrió nuevas
posibilidades a la filosofía alejadas definitivamente del ideal del saber.
Badiou parecería sin embargo escéptico al respecto: “Tras la época de los
aventureros viene generalmente la época del orden. Éste es el problema.
Entiéndame. Hubo en esta filosofía un lado pirata. Deleuze lo llamaba con gusto
lo nómada”[2].
Nosotros creemos, por el contrario, que los herederos de esta apertura han
sabido mantener el espíritu de sus antecesores, que han sido capaces de seguir
interrogaciones que sus maestros dejaron abiertas y que además han
internacionalizado este “momento francés”, han llevado sus discursos
respectivos más allá de sus fronteras, hasta Estados Unidos, Hispanoamérica y
nosotros mismos, quienes seguimos recibiendo su pensamiento como un soplo de
aire fresco dentro del panorama académico actual. Obras como Espectros de Marx de Derrida, El desacuerdo de Rancier, La communauté desouvré de Nancy, La democracia contra el Estado de
Abensour, o Dieu sans l’être de J. L.
Marion, por sólo citar algunos ejemplos, muestran la riqueza y el vigor del
pensamiento francés de las últimas décadas para replantear desde una nueva
perspectiva las cuestiones centrales de la filosofía: el ser, la política, la
estética y la existencia. Esto no es sólo un “momento de orden”, y los autores
que se dan cita aquí no son sólo epígonos. En esta obra se recogen los
pensamientos de las figuras más destacadas de esta nueva generación de
filósofos, discípulos de los grandes iconos del marxismo y el psicoanálisis
estructuralista (Althusser y Lacan), de la fenomenología (Sartre, Merleau Ponty y Levinas), y del
post-estructuralismo francés (Deleuze y Foucault). En estos discípulos
destacados se aprecia un rasgo común que sitúa esta nueva generación de
filósofos en un lugar eminente para la historia de la filosofía contemporánea:
el desarrollo, en diferentes andaduras políticas, ontológicas, religiosas o
estéticas, del pensamiento post-metafísico.
Si
lo que caracterizó el “momento francés contemporáneo” fue, como afirma Badiou,
la liberación de la filosofía del modelo del saber, las concepciones que se
reúnen aquí podría decirse que comparten una interrogación esencial: cómo
pensar la existencia, la escritura, el sujeto, lo político, lo estético tras el
derrumbe del discurso metafísico. Pero es importante señalar la gran distancia
que separa a esta generación de filósofos de lo que se ha dado en llamar pensamiento post-moderno. Lejos de afirmar la
disolución de la filosofía en las ciencias sociales o humanas, lejos de apostar
por un relativismo inoperante y por la ausencia de todo criterio, lejos de
enunciar triunfalmente el fin de la filosofía, todos los autores que aquí
tratamos de presentar tienen en común su compromiso efectivo con el quehacer
filosófico. El fin de la metafísica, como discurso del ser que fundamentaba las
ciencias y el saber, no anuncia en modo alguno el fin de la filosofía sino que
abre, en cualquier caso, un pensar post-metafísico que fiel a la vocación
crítica de la filosofía debe ejercitarse en una reelaboración conceptual y
terminológica, necesaria para llevar a cabo su tarea fundamental de crítica de
la cultura. Las obras de Nancy, Malabou, Rancier, Abensour, Marion y tantos
otros, tienen este rasgo en común. Que este rasgo característico de la
generación de filósofos aquí expuesta represente un nuevo impulso para un
momento filosófico todavía no finalizado o constituya simplemente una coda
final, es algo que el lector deberá juzgar y que la historia de la filosofía
podrá o no ratificar cuando llegue su momento. En cualquier caso nuestro empeño
habrá consistido en recoger en el volumen que presentamos un primer mapa, un
esbozo quizás, de lo que algún día habrá de ser valorado desde un ángulo más
abierto y desde una perspectiva más general, pero que hoy, como lectores
coetáneos de estos pensamientos, nos da que pensar.
Y
es en este punto donde llegamos a una cuestión esencial: por qué aquí, por qué
nosotros, por qué hoy. Los autores de los textos que aquí se ofrecen, los
investigadores que han sido escogidos para dibujar el retrato de uno u otro
pensador, no han sido elegidos aleatoriamente. Cada uno de ellos mantiene o ha
mantenido una relación cercana con el pensador que le es dado tratar. Los
autores de los artículos son a menudo traductores de sus textos, editores,
ensayistas o historiadores de los filósofos sobre los que aquí se da cuenta. Si
recalcamos este hecho no es sólo para certificar la rigurosidad de las
aproximaciones que en esta obra se dan cita, sino sobre todo para dar razón de
que el final quizás del “momento francés”, la producción filosófica francesa de
los últimos veinte años, está teniendo en nuestro país un “momento de
recepción”, un momento también filosófico que se destila en nuestra docencia y
en nuestras respectivas investigaciones. Tampoco nosotros, los editores de este
libro y los autores de estos artículos, seríamos quienes somos ni haríamos lo
que hacemos si no fuera por la lectura a menudo apasionada y siempre expectante
de la producción de estos filósofos para nosotros imprescindibles que esperamos
también lo sean para el eventual lector. Desde la convicción, por lo tanto, de
quien se ha sentido concernido por estas filosofías ofrecemos al lector el mapa
de este momento francés contemporáneo con la esperanza de depositar en él la
semilla de la interpelación a la que estos pensadores fronterizos y coetáneos nos
siguen emplazando.